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EFECTOS PSICOLÓGICOS DE LA DANA con la Dra. Marina Díaz Marsá

CATÁSTROFES NATURALES Y SALUD MENTAL

Bienvenidos a Palabras con Salud, un punto de encuentro donde hablamos con los mejores expertos para cuidar nuestro bienestar. Soy Marina Montiel y aquí cada palabra cuenta para mejorar tu salud. En este episodio hablamos de cómo afectan las catástrofes naturales a la salud de quienes las viven en primera persona, pero también a la población colindante. Para abordar este tema hoy en este podcast tenemos a una invitada muy especial: la Doctora Marina Díaz Marsá, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, jefe de sección en el Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid, profesora titular en la Universidad Complutense y directora médica en la Clínica Somos. Con ella profundizaremos en el impacto psicológico, la resiliencia, el apoyo social, la recuperación y las estrategias para superar una catástrofe de las dimensiones de la DANA.

Impacto psicológico de las catástrofes naturales

Muchísimas gracias por acompañarnos para hablar de un tema tan importante en este momento, ¿Cuáles son, Marina, por situar, esas principales consecuencias que puede provocar una catástrofe como la que desgraciadamente hemos vivido?

Un placer. Bueno, a nivel de salud mental, al final, el individuo se siente indefenso e incapaz de enfrentar una situación. Como en el caso de las inundaciones de la DANA, hacen que las personas puedan tener síntomas de depresión, síntomas de ansiedad, insomnio, disociación, que trata de que una parte del cerebro se queda bloqueada y estás como en tu mundo, sin poder contactar con el resto de las personas y de los familiares, o también puedes tener irritabilidad, más tendencia al consumo de alcohol, consumo de sustancias, a veces incluso consumo de psicofármacos. Y finalmente la patología más grave relacionada con las catástrofes, que es el trastorno por estrés postraumático.

¿Qué diferencias hay, si es que las hay? Imagino que las habrá, ¿entre adultos, personas mayores, niños?

Pues mira, se estima que aproximadamente del 15 al 20% de las personas que han vivido una catástrofe tendrán un trastorno mental; 5% un trastorno mental grave, y el resto trastornos mentales leves, moderados. Los niños fundamentalmente tienen más trastorno por estrés postraumático, al igual que los varones y las personas mayores. Las mujeres suelen tener más depresión y más ansiedad. También en relación al sexo, los hombres suelen tener una mayor tendencia a consumir alcohol u otro tipo de sustancias, y las mujeres a consumir psicofármacos. Y en los niños se producen muchas conductas regresivas en un intento de que les cuiden más, porque tienen dificultad en separarse de sus madres, miedo a ir al colegio, se vuelven a hacer pis en la cama, tienen muchas pesadillas en torno a los hechos vividos, incluso inventan juegos en relación a la situación de catástrofe a la que han sido expuestos.

¿Podemos hablar de señales que den esas personas que hayan vivido esa situación para saber si necesitan esa ayuda psicológica?

Bueno, las señales tienen que ver siempre con la funcionalidad. Es decir, lo normal ante una situación como esta es que exista tristeza, cierta irritabilidad, cierta preocupación y pensamientos obsesivos en torno a esto. Pero cuando estos síntomas se mantienen en el tiempo e impiden al individuo realizar una vida normal o te llevan a estar más aislado o a meterte en la cama o a tener dificultades importantes en las relaciones interpersonales, entonces es cuando hay que pedir ayuda a un profesional.

Resiliencia, apoyo social y recuperación

¿Qué papel juega la resiliencia y el apoyo social en la recuperación emocional después de una catástrofe como esta?

Juegan un papel fundamental los dos aspectos por separado. La resiliencia al final es el bagaje que el individuo tiene para poder soportar situaciones como esta. La resiliencia viene de la mano de la capacidad del individuo de tolerar el estrés, de tolerar la frustración, de posponer la gratificación. Tiene que ver con las situaciones previas en las que el individuo se ha visto expuesto y con el manejo de la ansiedad y de las situaciones emocionales desagradables. Cada individuo tiene una resiliencia diferente a otro, o sea, que la vulnerabilidad para una situación de catástrofe va a ser individual. Y luego la protección social es también fundamental. O sea, las personas que han perdido todo, que han perdido seres queridos, que se ven inmersas en esta situación de incertidumbre y de desesperanza, pues necesitan sentirse apoyados, no solo con medios económicos, con infraestructuras, con apoyo incluso a nivel psicológico, sino con una red social de apoyo que les haga sentirse confiados y no les haga sentirse solos.

¿Cómo se trabaja esa resiliencia de la que nos hablas?

Bueno, al final la resiliencia viene del apego, del vínculo, de la confianza, del saber desarrollar habilidades para el manejo del estrés. No todas esos aspectos hacen que un individuo sea más resiliente que el otro. Cómo ha sido la crianza de un individuo, como esa sensación de seguridad que se desarrolla en los primeros años de la crianza son fundamentales para que un individuo sea más resiliente. Luego ya a medida que avanza la maduración del ser humano, pues eso, el tener capacidad de tener habilidades para manejar la ansiedad, tener autocuidado (no que implica pues desde hacer ejercicio, tener espacios para el ocio y para compartir relaciones interpersonales y tener una buena situación también laboral) son todo medidas que hacen que el individuo se sienta más confiado y por lo tanto tenga una mayor resiliencia.

No me cabe duda que obviamente los que más lo han sufrido esta catástrofe han sido los que lo han vivido. Pero ¿qué pasa con la población colindante, Marina?

Bueno, la población colindante que vivía en una situación de confianza, de repente descubre que le puede ocurrir algo. De repente descubre la incertidumbre. O sea, la incertidumbre forma parte de la vida, pero muchas veces vivimos como si esa incertidumbre no existiera. O sea, siempre digo que tenemos una especie de espada de Damocles que nunca sabemos porque nos pueden ocurrir muchas cosas, pero bueno, vivimos ajenas a esta situación, a la situación de incertidumbre. Cuando alguien en tu cercanía vive una situación como esta, te das cuenta de que las situaciones impredecibles están ahí, que pueden afectarte, y más si además tu situación de alguna manera se asemeja a la de las personas que han vivido esta catástrofe, pues el sentimiento de inseguridad es mayor. En este sentido, por ejemplo, se ha visto que después de la DANA de Valencia, cuando ha habido la DANA de Málaga, todo el mundo ya estaba preparado, y ha puesto un remedio a esas situaciones por no querer verse en una situación igual. Y bueno, incluso eso puede afectar a nivel psicológico porque también el impacto o incluso la relación personal que puedes tener con algunas de las personas afectadas puede hacer que tu salud mental también se resienta.

Personalmente, yo pensaba que estábamos más preparados a todo esto después de haber vivido desgraciadamente una pandemia como la de la COVID-19. ¿Cuál es tu opinión, Marina, al respecto de esto?

Bueno, a ver, uno nunca está preparado para una catástrofe. Porque además las catástrofes, como su nombre indica, son impredecibles y no sabemos qué tipo de catástrofe va a haber. Una cosa es una infección mundial, otra cosa es una inundación, otra cosa es una guerra. O sea que las catástrofes cada una es diferente y por lo tanto el individuo no está preparado muchas veces para afrontar situaciones que superan su propia capacidad de afrontamiento. Lo que sí que hemos visto en esta situación que también se vio con el COVID, pero quizás ha sido mucho más relevante ahora con la DANA de Valencia, ha sido el apoyo social masivo. El cómo las personas se han desplazado ahí, cómo han ayudado de forma desinteresada. Hemos visto riadas de jóvenes y de otras personas con diferentes ayudas, incluso a veces solo con un cepillo en la mano. Y bueno, yo creo que todo eso está confortando, no creo que se pueda prevenir algunas cosas, pero al menos conforta, ¿no? Y eso es importante.

Sin duda. O sea, ha sido increíble ver esas mareas de gente que no sabía muy bien dónde iban, pero el objetivo era claro, y era ayudar a esos vecinos y a esos ciudadanos españoles que nos necesitaban. ¿Qué diferencias hay entre aquellos que han perdido a un ser querido, a un familiar, a una persona, en comparación con aquellos que han tenido la suerte de poder sobrevivir, pero que lo han perdido todo, que entran a su casa y está completamente vacía? ¿Qué se hace ante ante eso y cuáles son las diferencias entre unos y otros?

Bueno, ambas situaciones son tremendas, pero evidentemente el haber perdido un ser querido, que es algo irreparable y que es irreemplazable, no se puede comparar con la pérdida económica, que también es grave y que puede producir mucho malestar y mucha preocupación. Pero la pérdida de un ser querido en una situación como esta, que piensas que a lo mejor se podía haber evitado o muchas veces piensas si no hubiera estado allí, porque probablemente muchas personas a lo mejor estaban en situaciones no habituales. Es decir, fui a ver a no sé quién o me dio por ir a recoger a la tintorería, no sé, cosas que habitualmente no haces. Y entonces la pregunta de si pudiera haber hecho otra cosa y esta persona pudiera seguir conmigo, es una cosa que genera mucho trastorno por estrés postraumático, porque al final rememora una y otra vez esa situación, en un intento de buscar qué se podía haber hecho y probablemente no se podía haber hecho nada, porque las catástrofes al final son impredecibles y por lo tanto nunca puede estar uno preparado para una situación así.

¿Qué estrategias o consejos darías tú, Marina, para controlar esa ansiedad y esos picos cuando aparecen en las personas que lo han vivido?

Pues lo primero que tienen que hacer es hablar, contar, llorar, no aislarse. O sea, el contar una y otra vez la situación traumática en una situación de seguridad, con una relación vincular con otros que son afables contigo, repara el trauma. Por lo tanto, contarlo una y otra vez, hablar de lo sucedido, llorarlo, digerirlo, reprocesar, es la mejor medida para evitar los trastornos mentales.

Afortunadamente muchos han sobrevivido, aunque otros no han podido hacerlo. ¿Qué se hace ante el sentimiento de culpa? Porque hemos visto a muchos padres que han perdido a sus hijos y han visto como la riada se llevaba a sus hijos que lo eran todo en su vida. Ese sentimiento de culpa existe, ¿existirá para siempre? ¿Cómo se hace para tratar eso?

Ese sentimiento de culpa existe. Pero el individuo tiene que entender que uno en una situación de catástrofe hace lo que puede. Es decir, la intensidad de la situación vivida hace que la persona pueda reaccionar de una manera y no otra. Pero no hay culpa ahí, porque la persona está haciendo lo que puede teniendo en cuenta que la situación ha desbordado su capacidad de afrontamiento. Entonces, al final hay que ayudarle a entender eso, que no podía haber hecho otra cosa, que hay accidentes, que hay situaciones imprevistas y que su capacidad de cuidado estaba desbordada por la situación. Luego en estas situaciones es muy importante hacer el duelo. Y para hacer el duelo es muy importante los rituales, las despedidas, bueno, pues el poder encontrar a lo mejor esos cuerpos para que las personas sepan dónde tienen que llorar a la persona que ha fallecido y puedan despedirse. Eso también es muy importante y eso sí que lo aprendimos en la pandemia, que la necesidad de despedirse repara luego el sufrimiento por la pérdida.

Esa calma, ¿no? Es como que después de toda esa tormenta, llega esa calma. Y ¿qué pasa, Marina, con la soledad? Con esas personas, bueno, esos mayores que hemos visto que están solos, que no pueden tampoco salir a la calle. ¿Cómo afecta la soledad en este sentido?

Pues la soledad es, como te decía antes, es mala compañera porque la soledad te lleva a rememorar los hechos, la soledad te lleva a sentirte inválido, la soledad te lleva a no poder hablar del tema con otro que te conforta, a no sentirte capaz, a sentirte abandonado. Entonces, desde luego la soledad debe evitarse tanto las personas ancianas como los niños como, bueno, con todas las edades, pero quizá los polos extremos de edad, los niños y los ancianos, pueden ser las personas más vulnerables y no hay que descuidar en ningún momento ese aspecto.

¿Crees que hay saturación informativa con respecto a toda la catástrofe que ha ocurrido?

Bueno, en parte sí, pero en parte esa saturación informativa también se ve buscado por cómo son los medios hoy. O sea, a lo mejor los medios tienen un momento para dar una información, pero estamos expuestos a redes sociales y a otros dispositivos o canales que están 24 horas. O sea, que también las personas tienen una responsabilidad en esa saturación informativa y deben también entender que deben buscar espacios para continuar con su rutina. Porque se puede canalizar la necesidad de ayuda y el sentimiento de querer ayudar mediante las diferentes cuentas que se han puesto, incluso poder ayudar en algún tema concreto. Pero el estar expuesto constantemente a estas noticias, al final también va en detrimento de la salud mental de la persona que está 24 horas con estos temas.

Profesionales de primera línea y preparación futura

Hemos hablado de aquellas personas que lo han vivido y que lo han perdido todo. ¿Qué opinas de aquellos profesionales que están en primera línea como médicos, bomberos, policías? ¿Cómo viven ellos esta situación y cómo de preparados tienen que llegar para que no se les haga un mundo el enfrentarse a esa situación?

Mira, los profesionales sanitarios, los bomberos, los policías, por desgracia tienen cierta resiliencia, digamos, ante estas situaciones porque bueno, están preparados y su día a día tiene que ver con ello. Pero a veces incluso estos profesionales también se ven afectados porque la magnitud de la catástrofe es tanta que supera su preparación y su capacidad de afrontamiento. Entonces también hay profesionales sanitarios y profesionales de la policía o militares, incluso bomberos, que puedan verse afectados. Y eso lo vimos también en la Comunidad de Madrid con los atentados del 11 M, donde muchos de los profesionales que atendían aquella situación se vieron desbordados por la magnitud de la catástrofe. Aquí hay un punto importante también que es los voluntarios. Hemos visto y estamos orgullosos de cómo España se ha volcado con estas personas. Pero los voluntarios, por no estar preparados, por no tener esa resiliencia inherente a la profesión, están más expuestos. Entonces, también hay que alertar de que estas personas si tienen algún síntoma o que piensen que puedan tener algo traumático o ansiedad o depresión, deben consultar. Porque al fin y al cabo ellos sí que no están habituados a enfrentarse a esas situaciones.

¿Crees que habría que implementar a nivel gubernamental alguna acción para preparar a toda esta gente, para qué ante una catástrofe de estas características, se puede actuar de forma más rápida quizá o más organizada, más ordenada?

Bueno, yo no soy capaz de analizar los porqués de cómo han ocurrido las cosas, es difícil también en situación de catástrofes y el individuo no se puede preparar. A veces también los medios de respuestas, como ya hemos visto, tampoco están especialmente preparados. Pero tendría sentido establecer dispositivos que den ciertas herramientas a estos voluntarios para saber cómo hacerlo. Desde luego yo creo que es humano y al final lo más humano es lo más sensato, y hay que decirles que la escucha, el abrazo, el estar cerca, a veces sin dar consejos, sin juzgar, a quien ha estado allí, es la forma más fácil de poder apoyarles y de que ellos mismos entiendan cómo se puede apoyar. Porque los voluntarios a veces se sienten sin herramientas, y al final la herramienta es estar allí y poder ayudar.

Total. Lo hemos visto con abrazos, con besos. Había músicos que han ido allí simplemente a ayudar y en sus ratos de descanso a tocar la guitarra y regalar música. Al fin y al cabo también te das cuenta que que no necesitas tanto como nos imaginamos, ¿no?

Claro, efectivamente. Y luego, me consta, porque desde la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental estamos en contacto con el responsable de la Oficina de Salud Mental de la Consellería de Valencia y ellos están dándolo todo. Es decir, hay autobuses que se desplazan a las zonas afectadas con psiquiatras, psicólogos, enfermeras, que van buscando a las personas. Porque muchos centros de Salud Mental también han sido devastados y entonces van buscando a los pacientes que tenían, porque las personas que tenían un problema con trastorno mental previo son más vulnerables y hay que estar especialmente atentos en estas situaciones. Y luego desde la Sociedad Española de Psiquiatría también tenemos preparado un listado en caso de que se necesite, porque a lo mejor la necesidad va a ser más a largo plazo, con profesionales voluntarios para ayudar. Así como, hemos puesto a disposición de todo aquel que quiera incorporarse formación para cómo actuar en situaciones de catástrofe y cómo prevenir el trauma.

No sé si quieres, Marina, dar algún consejo, algún mensaje que quieras lanzar a aquellas personas que nos están escuchando esta conversación que estamos teniendo.

Bueno, pues yo lo primero que querría decir es que el ser humano es un ser social y por lo tanto se siente confiado cuando hay vínculos, cuando se siente atendido y cuando se siente cuidado. Y por lo tanto, todo lo que sea una relación social donde las personas afectadas puedan reír y puedan llorar, es la mejor manera de prevenir las secuelas a nivel mental.

Y por último, contigo estrenamos una pregunta que se va a convertir en toda una tradición en este espacio. ¿Recomiendas alguna persona, algún doctor, algún especialista experto que te gustaría escuchar y ver en este espacio?

Pues mira, hemos visto en esta DANA de Valencia que los jóvenes nos enseñan mucho. Entonces, hay un joven médico, valenciano además, Mario Gil, que desde el humor, da unas claves importantes, para abordar muchos temas médicos y creo que en este momento de catástrofe el humor es importante.

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